sábado, 23 de febrero de 2008

El Paraiso de los Suicidas...


El amor como la vida no es sino una apariencia, una forma, un gesto vago de la inasible vida humana, que va, corre, cambia, desaparece, como una nube bajo el huracán, en cielos llenos de amenazas ocultas. ¡Oh, miseria del corazón buscar esta inexistente realidad humana, que no vive sino en la muerte! Y, buscando la ventura, esa religión que no existe, consumimos en lo imposible, la débil ternura de nuestro corazón. Y, su ausencia nos hace sufrir, y su muerte nos hace morir. Y, todo eso es la vida: abrazarse á su propia sombra, cabalgar en su misma caída: vivir su muerte ¿No valdría mas morir, sinceramente, noblemente, morir por nosotros mismos, frente a la implacabilidad de este horizonte ilimitadamente ciego y sordo ante el dolor que nos hace llorar, desaparecer altivamente ante este orden de cosas hostiles, mas fuertes que nosotros? La muerte, es el único desafío á la fatalidad. El suicidio hace al hombre superior á Dios, porque Dios no puede morir, y el hombre sí. La muerte voluntaria es un acto de divinidad. El gran gesto de desaparición en el sepulcro, llena la eternidad, con el milagro de una voluntad. Matarse es libertarse. Por la acción suprahumana del suicidio, el hombre vence, vence definitivamente el dolor y la vida. ¿Qué mayor victoria? Matarse es redimirse. Por ese solo acto, el hombre supera á Dios.

1 comentario:

Gittana dijo...

No se que comentar, de verdad no se... simplemente estoy pensando... cuando sepa que comentar pues... necesito leerlo una y otra vez...